CUATRO CONCEPCIONES SOBRE LA HISTORIA
La historia, como todo hecho humano, ha sido interpretada de diversas maneras y no es el caso de la presente tesis hacer una larga exposición de ello, sino coger las concepciones fundamentales y enjuiciarlas a la luz de los hechos en función del proyecto que se llevó adelante.
Nos basaremos para ello en el estudio de José Ferrater Mora en su obra “Cuatro visiones de la Historia Universal” [1] , quien nos muestra como representativas las visiones de Agustín de Hipona, Vico, Voltaire, Hegel y Marx.
o La concepción cristiana de la Historia ha sido sistematizada por Agustín de Hipona, en su obra “La Ciudad de Dios”, en la que realiza un resumen de la historia universal hasta el siglo V de nuestra era, especialmente el largo proceso del pensamiento hebreo que remata en el cristianismo. A juicio de Ferrater Mora, Agustín “descubre la historia”, puesto que los griegos enarbolaban la permanencia centrando sus investigaciones en el descubrimiento del principio universal de todo lo existente.
Su teoría es que la historia marcha hacia el reino de Dios y que éste es la meta, contraponiendo a la “ciudad terrena” regida por el mundanal “Estado pecador”.
o La segunda concepción es la cíclica, del italiano Giambattista Vico , quien, si bien admite la existencia de un principio divino, afirma, al mismo tiempo, que el proceso histórico humano se desarrolló según leyes internas. Es el creador del “corsi y recorsi”, esto es que la historia se repite siguiendo ciclos para volver a lo mismo.
Según la teoría del ciclo histórico de Vico, cada pueblo pasa por tres etapas, semejantes a la infancia, juventud y madurez de cada hombre: Divina, Heroica y Humana.
Sin embargo, a pesar de ello, Vico introdujo la idea del progreso en la Historia.
o La tercera concepción más importante, es la de Hegel, quien estableció la teoría del desarrollo a través de contradicciones, saltos y negaciones, esto es la dialéctica, pero de manera idealista. Es el proceso del desarrollo de los conceptos, de las ideas; proceso que por contradicción tiene que plasmarse en su contrario en la naturaleza, lo cual se desarrolla en el mundo inorgánico, orgánico y llega al hombre y ahí el espíritu se hace conciencia. El hombre es autoconsciente, es decir, se da cuenta de él mismo. Quiere decir que el espíritu en el hombre comienza a expresarse como conciencia y, por tanto, como auto conciencia. Los hombres se organizan social, políticamente, etc., y conforman Estados. Decía que el Estado prusiano era el más libre, la forma superior y más alta del Estado, a través del cual el proceso retorna al espíritu, a la idea absoluta, y ése es precisamente su límite. Para él, primero es la idea y después la materia. Concibe la historia como el proceso de la marcha hacia la libertad, pero ésta es concebida metafísicamente, pues todo retomaba a la idea absoluta.
o La cuarta concepción es la de Carlos Marx: Según ésta la historia es un proceso dialéctico de desarrollo que no depende de intervención divina alguna, ni de la voluntad del hombre, sino que está regido por leyes internas y que no sigue un ciclo sino un desarrollo en espiral, el cual conducirá inexorablemente al Comunismo, sociedad sin clases, sin Estado y sin propiedad privada. En buena cuenta, esta concepción pode de pie a la de Hegel, pero no es sólo eso, sino que implica una profunda crítica y análisis de todas las concepciones anteriores, para plantear una nueva síntesis: la Historia no es ya más un personaje sobrenatural y escurridizo. El hombre, a partir de ahora, comienza a comprender y manejar su lógica interna, a prever hechos, se abre la posibilidad real de acelerarlos.
En síntesis, basándonos en la sistematización hecha por Ferrater Mora, podemos determinar, desde el punto de vista filosófico, que en tanto existe una concepción idealista de la Historia, hay otra materialista; mientras hay una metafísica de la Historia hay también una dialéctica de la Historia.
¿Cómo se expresa la concepción idealista de la Historia? En la preeminencia del papel del individuo en los procesos históricos del individuo sea éste un Rey, jefe militar, Presidente o una gran personalidad; en la preponderancia de las ideas o simplemente de dios. Es decir, que la Historia se desarrolla por la gracia y acción de las “personalidades”, las ideas o dios.
La concepción opuesta, en cambio, considera que quienes finalmente hacen la historia son las masas, el pueblo. Las individualidades, actúan como argamasa, como parte de ellas. La base material de la Historia es el proceso económico, sobre éste se levanta el proceso político y, sobre ambos, el ideológico. Sin embargo, si se analiza bien, la médula misma de la Historia, es el proceso político, el cual tiene como centro la lucha entre los propios hombres, la lucha entre diversos grupos humanos, Estados, la lucha de clases en suma. Que la economía sea la base material de la historia no significa que la determine de manera mecánica, sino que su determinación es dialéctica y en última instancia, los tres procesos interactúan y se determinan mutuamente, la base económica sobre la superestructura política e ideológica y ésta sobre aquélla.
Pero desde el punto de vista filosófico, la Historia (en teoría, claro está) puede ser también metafísica, es decir, que se mueve en línea recta, que el cambio social es continuo y uniforme, que no puede haber retrocesos ni interregnos históricos, que es circular o se vuelve al comienzo de todo siempre o que llega a su fin en un determinado momento, como hace pocos años lo planteara Francis Fukuyama [2] (FUKUYAMA, 1992) , en un remedo grotesco de la afirmación hegeliana de que Prusia constituía el fin del desarrollo histórico humano, para elevar en una altar el actual sistema social con su globalización y neoliberalismo tan venerados. En oposición a ello, la concepción dialéctica de la Historia considera que ésta sigue un camino sinuoso, no uniforme y gradual, sino a saltos; que, al igual que un río, tiene retrocesos, interregnos históricos, en suma un desarrollo en espiral, que va de lo inferior a lo superior, de lo simple a lo complejo.
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