Foto tomada por Kevin Carter en 1993 y con la cual ganó el premio Pulitzer: se trata de una niña famélica y agonizante que ya no puede caminar, Carter esperó 20 minutos a que el buitre extendiera las alas....El sentimiento de culpa hizo que 4 meses más tarde se suicidara.
LOS ZARPAZOS DE LA HAMBRUNA
Unos 854 millones de personas padecen hambre extrema en el mundo, una de cada siete. Tres de cada cuatro son productores de alimentos, como pequeños agricultores y campesinos sin tierra. 2.000 millones de personas, un tercio de la población mundial, sufre carencias nutricionales severas.
El hambre, uno de los jinetes del Apocalipsis, azota de manera trágica a gran parte de la población mundial sin que su erradicación se vislumbre a medio plazo a pesar de los ambiciosos Objetivos de Desarrollo del Milenio de reducir en 2015 a la mitad la hambruna y la pobreza que asolan el planeta.
COLPISA. Madrid A pesar de este pesimista diagnóstico, los expertos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y las ONG sostienen que "el hambre puede ser derrotada y es una meta posible". "Se producen los alimentos suficientes para alimentar al doble de la población mundial", sostiene Carlota Merchán, coordinadora de la campaña "Derecho a la alimentación. Urgente", puesta en marcha con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que se celebra el próximo 16 de octubre.
Según los datos más recientes de la FAO, una de cada siete personas en el mundo, 845 millones, padecen "hambre extrema", es decir, que no consumen de manera permanente el mínimo de calorías necesarias para que el cuerpo realice sus funciones vitales. Y 2.000 millones, un tercio de la población mundial, sufre carencias nutricionales severas, lo que se denomina "hambre oculta". La paradoja estriba en que esta trágica lacra se ceba de manera especial con los productores de alimentos. Así, tres de cada cuatro personas que sufren hambre de manera permanente viven en el medio rural y son pequeños agricultores, campesinos sin tierra o pescadores.
Metas sin ambición
Germán Rojas, director de la Oficina de Información de FAO para España y Andorra, alegó este miércoles durante una comparecencia informativa que el "almacén" de alimentos existente en el planeta es más que suficiente para acabar con la hambruna del 17% de la población mundial afectada por este drama. De su lado, José Luis Vivero, representante de la "Iniciativa América Latina y Caribe sin Hambre" de la FAO, argumentó que las metas del milenio "no son suficientemente ambiciosas" y debería apostarse por erradicar el hambre en todo el mundo.
Vivero precisó que subcontinentes como India y China, donde se concentran 600 millones de personas hambrientas, y el continente africano quedan más que rezagados en los objetivos, tal como evolucionan los parámetros de pobreza y hambruna. América Latina, por el contrario, podría acabar con el hambre "en una generación" si pusiera en marcha todos sus recursos.
Según los portavoces de la FAO, durante un largo periodo de tiempo la disminución del hambre ha sido una realidad en términos relativos o porcentuales. Pero en términos absolutos, debido al incremento de la población, ha ido aumentando progresivamente. "Entre finales de los 90 y el año 2003 hubo una progresiva reducción de este drama, pero ha vuelto ha agravarse en los últimos años", apreció Vivero. Las cifras oficiales reseñan que el hambre es erradicada en una media de dos millones de personas al año, "cuando se necesita una reducción de 20 millones de personas anualmente para lograr la meta de 2015", enfatizó.
Una tragedia con solución
En América Latina y el Caribe, la malnutrición afecta al 10 por ciento de la población, 53 millones de personas. En septiembre de 2005 surgió la iniciativa "América Latina y Caribe Sin Hambre", impulsada por un grupo de países de la región y que cuenta con el apoyo de la FAO, así como con financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI). El objetivo específico de este foro reside en erradicar el hambre en todos los países de la región antes de 2025, con un particular énfasis en la erradicación de la desnutrición crónica infantil. Para la FAO, la meta es realizable, toda vez que la región "produce y exporta muchos más alimentos de los que consumo".
Este hecho evidencia, según los expertos, que el problema del hambre radica en el acceso a los alimentos "y no en su disponibilidad". "El hambre es una tragedia que tiene solución", constatan, aunque las cifras actuales se empeñan en demostrar lo contrario. Por ejemplo, que en los países en desarrollo las mujeres producen alrededor del 70% de los alimentos y apenas poseen un 1% de las tierras de cultivo.
Las organizaciones Prosalus, Cáritas Española y Veterinarios Sin Fronteras, que en marzo de 2003 se constituyeron en un consorcio para abordar esta lacra, resaltan que el derecho a la alimentación no está reconocido por la mayoría de los Estados como un derecho humano fundamental. Por tanto, "aquellas personas que lo ven vulnerado no pueden reclamar al Estado su protección y garantía".
Liderazgo español
Las ONG mencionadas felicitaron al Gobierno español por haber incorporado este derecho como una prioridad dentro de su política de cooperación al desarrollo , aunque le instaron a ir más lejos y asumir un papel de "liderazgo o promotor" de la coherencia de políticas en el seno de la UE. La visibilidad de España en esta materia es evidente, adujo German Rojas, porque se ha convertido en el "principal país donante bilateral que tiene la FAO en este momento", como lo demuestra que en 2006 dedicó a la lucha contra el hambre 39 millones de dólares.
Lo más sorprendente de la extensión de la hambruna, según las ONG, es que la inmensa mayoría de sus víctimas sean trabajadores y moradores del medio rural, una evidencia, a su parecer, de que las causas de esta tragedia en el siglo XXI hay que buscarlas en "la marginación y la exclusión social". Hoy en día, alegan, las políticas agrarias se conciben con el comercio como un fin en sí mismo y no como un medio de intercambio entre personas, colectivos o empresas que permita garantizar la seguridad alimentaria.
En la práctica, esto se traduce en que los alimentos no tienen como objetivo principal la alimentación de las personas hambrientas. Así, sus destinos pueden ser tan variopintos como la alimentación del ganado de las granjas de Europa, para producir después carne o lácteos que se consumen en Europa o se exportan a países del sur, en muchos casos subsidiados, o últimamente a la producción de agrocombustibles.
El hambre, uno de los jinetes del Apocalipsis, azota de manera trágica a gran parte de la población mundial sin que su erradicación se vislumbre a medio plazo a pesar de los ambiciosos Objetivos de Desarrollo del Milenio de reducir en 2015 a la mitad la hambruna y la pobreza que asolan el planeta.
COLPISA. Madrid A pesar de este pesimista diagnóstico, los expertos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y las ONG sostienen que "el hambre puede ser derrotada y es una meta posible". "Se producen los alimentos suficientes para alimentar al doble de la población mundial", sostiene Carlota Merchán, coordinadora de la campaña "Derecho a la alimentación. Urgente", puesta en marcha con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que se celebra el próximo 16 de octubre.
Según los datos más recientes de la FAO, una de cada siete personas en el mundo, 845 millones, padecen "hambre extrema", es decir, que no consumen de manera permanente el mínimo de calorías necesarias para que el cuerpo realice sus funciones vitales. Y 2.000 millones, un tercio de la población mundial, sufre carencias nutricionales severas, lo que se denomina "hambre oculta". La paradoja estriba en que esta trágica lacra se ceba de manera especial con los productores de alimentos. Así, tres de cada cuatro personas que sufren hambre de manera permanente viven en el medio rural y son pequeños agricultores, campesinos sin tierra o pescadores.
Metas sin ambición
Germán Rojas, director de la Oficina de Información de FAO para España y Andorra, alegó este miércoles durante una comparecencia informativa que el "almacén" de alimentos existente en el planeta es más que suficiente para acabar con la hambruna del 17% de la población mundial afectada por este drama. De su lado, José Luis Vivero, representante de la "Iniciativa América Latina y Caribe sin Hambre" de la FAO, argumentó que las metas del milenio "no son suficientemente ambiciosas" y debería apostarse por erradicar el hambre en todo el mundo.
Vivero precisó que subcontinentes como India y China, donde se concentran 600 millones de personas hambrientas, y el continente africano quedan más que rezagados en los objetivos, tal como evolucionan los parámetros de pobreza y hambruna. América Latina, por el contrario, podría acabar con el hambre "en una generación" si pusiera en marcha todos sus recursos.
Según los portavoces de la FAO, durante un largo periodo de tiempo la disminución del hambre ha sido una realidad en términos relativos o porcentuales. Pero en términos absolutos, debido al incremento de la población, ha ido aumentando progresivamente. "Entre finales de los 90 y el año 2003 hubo una progresiva reducción de este drama, pero ha vuelto ha agravarse en los últimos años", apreció Vivero. Las cifras oficiales reseñan que el hambre es erradicada en una media de dos millones de personas al año, "cuando se necesita una reducción de 20 millones de personas anualmente para lograr la meta de 2015", enfatizó.
Una tragedia con solución
En América Latina y el Caribe, la malnutrición afecta al 10 por ciento de la población, 53 millones de personas. En septiembre de 2005 surgió la iniciativa "América Latina y Caribe Sin Hambre", impulsada por un grupo de países de la región y que cuenta con el apoyo de la FAO, así como con financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI). El objetivo específico de este foro reside en erradicar el hambre en todos los países de la región antes de 2025, con un particular énfasis en la erradicación de la desnutrición crónica infantil. Para la FAO, la meta es realizable, toda vez que la región "produce y exporta muchos más alimentos de los que consumo".
Este hecho evidencia, según los expertos, que el problema del hambre radica en el acceso a los alimentos "y no en su disponibilidad". "El hambre es una tragedia que tiene solución", constatan, aunque las cifras actuales se empeñan en demostrar lo contrario. Por ejemplo, que en los países en desarrollo las mujeres producen alrededor del 70% de los alimentos y apenas poseen un 1% de las tierras de cultivo.
Las organizaciones Prosalus, Cáritas Española y Veterinarios Sin Fronteras, que en marzo de 2003 se constituyeron en un consorcio para abordar esta lacra, resaltan que el derecho a la alimentación no está reconocido por la mayoría de los Estados como un derecho humano fundamental. Por tanto, "aquellas personas que lo ven vulnerado no pueden reclamar al Estado su protección y garantía".
Liderazgo español
Las ONG mencionadas felicitaron al Gobierno español por haber incorporado este derecho como una prioridad dentro de su política de cooperación al desarrollo , aunque le instaron a ir más lejos y asumir un papel de "liderazgo o promotor" de la coherencia de políticas en el seno de la UE. La visibilidad de España en esta materia es evidente, adujo German Rojas, porque se ha convertido en el "principal país donante bilateral que tiene la FAO en este momento", como lo demuestra que en 2006 dedicó a la lucha contra el hambre 39 millones de dólares.
Lo más sorprendente de la extensión de la hambruna, según las ONG, es que la inmensa mayoría de sus víctimas sean trabajadores y moradores del medio rural, una evidencia, a su parecer, de que las causas de esta tragedia en el siglo XXI hay que buscarlas en "la marginación y la exclusión social". Hoy en día, alegan, las políticas agrarias se conciben con el comercio como un fin en sí mismo y no como un medio de intercambio entre personas, colectivos o empresas que permita garantizar la seguridad alimentaria.
En la práctica, esto se traduce en que los alimentos no tienen como objetivo principal la alimentación de las personas hambrientas. Así, sus destinos pueden ser tan variopintos como la alimentación del ganado de las granjas de Europa, para producir después carne o lácteos que se consumen en Europa o se exportan a países del sur, en muchos casos subsidiados, o últimamente a la producción de agrocombustibles.
Reproducido por Iniciativa América Latina y Caribe Sin Hambre
en:
http://americasinhambre.blogspot.com/2007/10/los-zarpazos-de-la-hambruna.html
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