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lunes, 5 de julio de 2010

Crítica a Karl Popper: José Lora Cam

José F. W. Lora Cam
EL FALSABLE POPPER




I NDICE

Introducción........................................................1

1. La Sociedad Abierta...........................................3

2. El Marxismo......................................................7

3. La Libertad......................................................10

4. Violencia y Cristianismo....................................12

5. Teoría Conspirativa e Ingeniería Social................14

6. Historicismo e Historia......................................17

7. Estado y Democracia.........................................20

Bibliografía.........................................................22



I NTRODUCCIÓN

La historiografía en torno a la filosofía de la ciencia comparada con las otras bibliografías del resto de disciplinas filosóficas se caracteriza por la existencia de un gran número de textos epistemológicos.

Optamos por ocuparnos de Popper debido a su gran repercusión académica; existen periodos históricos y problemas epistemológicos probablemente más relevantes, trascendentes e importantes, pero dada la naturaleza del pensamiento de Popper consideramos interesante aproximarnos a un segmento de sus ideas.

Este pensador es un caso atípico por la particularidad de sus análisis, presenta las tesis más polémicas, y su campo de investigación es uno de los más vastos que incluye desde la historia de la filosofía, historia de la ciencia, su postura epistemológica, y reflexiones sobre casi todos los campos de la cultura y el conocimiento.

El presente ensayo sólo abordará lo que probablemente constituya motivo de debate, de polémica, etc. en los próximos siglos. Muchos intelectuales posiblemente no estén de acuerdo con esta aserción. Honestamente, creo que, en el área de la epistemología de las ciencias sociales la temática que se abordará es lo único perenne en el campo específico de la filosofía de la historia.

El análisis popperiano de los más renombrados “enemigos” de la sociedad abierta, v.gr. Platón, Aristóteles, Hegel es un trabajo que merece efectuarse en un contexto más extenso. Concordamos y discrepamos en demasiados temas abordados; pero, ocuparnos de los “enemigos” de la sociedad abierta significaría quizás mínimamente un libro.

Los acontecimientos procesados en este siglo, específicamente la problemática del socialismo realmente existente, y en particular, v.gr. la revolución rusa, el stalinismo, el revisionismo, el socialimperialismo soviético, Gorbachov, la perestroika, el derrumbe del socialimperialismo soviético a partir de 1990, la crisis actual de Yeltsin y la hecatombe futura, agravada por factores ígneos, explosivos: por el problema nacional, el problema religioso y el problema militar; y el problema de la nueva burguesía constituida a partir de la nomenclatura –tecnocracia de Estado-, por un lado; y la miseria espantosa del 90% de la población generarán el colapso de la actual santa madre Rusia.

En un ensayo de las características señaladas es imposible seguir a Popper tanto en toda su producción bibliográfica como en sus sui generis ideas.



L A SOCIEDAD ABIERTA

Popper inicia su trabajo “La sociedad abierta y sus enemigos”, recordando que “nuestra civilización…, apunta hacia el sentimiento de humanidad y razonabilidad, hacia la igualdad y la libertad”. Y que frente a la “sociedad cerrada” tribal, “sometida a las fuerzas mágicas”, existe la “sociedad abierta, que pone en libertad las facultades críticas del hombre” (Popper, K.R., op.cit., p.15).

Frente a la sociedad abierta han surgido movimientos reaccionarios que tratan de echar por tierra la civilización para retornar a la organización tribal a través del totalitarismo (Ibid., p.15). Y los ideólogos que han formulado proyectos filosóficos totalitarismos son: Platón, Aristóteles, Hegel y en “La pleamar de la profecía”: Carlos Marx, quienes llevaron un permanente ataque contra la libertad y la razón (Ibid., p.9).

Los modelos formulados se caracterizan porque “sociedad cerrada -es- aquella en que los individuos deben adoptar decisiones personales” (Ibid., p.171).

“Y entre las virtudes de la sociedad abierta, son muchos los miembros que se esfuerzan por elevarse socialmente y pasar a ocupar los lugares de otros miembros”. Pero advierte “Esto puede conducir, por ejemplo, a fenómenos sociales de tanta importancia como la lucha de clases”.

Y remarca una vez más que en la sociedad abierta las características más importantes, por ejemplo, “la competencia entre sus miembros para elevarse en la escala social”.

Popper postula que la transición de la sociedad cerrada a la abierta “podría definirse como una de las más profundas revoluciones experimentadas por la humanidad”.

Y que fueron los griegos, quienes “iniciaron para nosotros una formidable revolución que, al parecer, se halla todavía en sus comienzos: la transición de la sociedad cerrada a la abierta (Ibid., p.173).

Prosigue su prédica apologética de la sociedad abierta sosteniendo que. “yo también creo que nuestra civilización occidental debe su racionalismo, su fe en la unidad racional del hombre y en la sociedad abierta y, especialmente, su perspectiva científica a la antigua fe socrática y cristiana en la hermandad de todos los hombres y en la honestidad y responsabilidad intelectuales” (Ibid., p.409).

La tesis central de Popper es sumamente simplista en la medida de que la propia historiografía burguesa tradicionalmente ha periodizado la historia en cuatro etapas, historia antigua, medieval, moderna y contemporánea, la que traducida en terminología marxista, referente a formaciones sociales, estadios sociales, regímenes o modos de producción, son: comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo.

Es una premisa necesaria, imprescindible, generar una confusión en la periodicidad de la humanidad para borrar de un plumazo que estas formaciones sociales siempre estuvieron polarizadas en dos clases antagónicas: amos y esclavos, señores feudales y siervos, y burgueses y proletarios.

En consecuencia sostener de que la sociedad abierta persigue los más altos ideales: justicia, igualdad, fraternidad, racionalidad, humanidad, equidad, suenan con un sentido que nadie en su sano juicio podría cuestionar, criticar o poner en debate. Pero lo que el pensador citado olvida adrede es que esos valores supremos –justicia, igualdad, etc.- sólo han sido objeto de disfrute de las clases explotadoras de los señores esclavistas, de los señores feudales y de los burgueses; y que jamás los esclavos, los siervos y los proletarios disfrutaron de los más elementales derechos humanos.

Popper olvida que desde los griegos, v.gr. Trasímaco; transitando por el Renacimiento, v.gr. Moro, Bacon, Campanella, precursores del denominado socialismo utópico, se elaboraron proyectos sociales para posibilitar esos valores supremos. Y que hasta Hobbes fue consciente que en la incipiente sociedad capitalista se produce la guerra de todos contra todos, y de que el hombre es un lobo del hombre; de que la Gran Revolución Francesa enarboló los principios de justicia, igualdad y fraternidad, pero en función sólo de la burguesía; y que los últimos socialistas utópicos anteriores a Marx: Saint Simon, Owen, y Fourier, señalaron muchas de las lacras de la denominada sociedad “abierta” (capitalismo).

Popper, con el fin de eludir una inmediata tipificación de apologista del capitalismo y del imperialismo se oculta en sostener de que la sociedad abierta proviene desde los griegos. Es demasiado inteligente para puntualizar que la saciedad abierta es la sociedad capitalista, a la que convierte en el modelo, en el paradigma, en particular Estados Unidos, al sostener de que “por no decir nada de los Estados Unidos, donde el intervencionismo democrático ha asegurado a los obreros un alto nivel de vida, pese a no haber gozado allí de la explotación colonial” (Ibid., p.362).

Sólo se olvidó del detalle del Destino Manifiesto, de la aristocracia gansteril seudo sindical de la AFLACIO , de la mafia, del Vaticano, del Padrino, de la explotación neocolonial en Asia, África, América latina, Oceanía y Europa, del papel del Pentágono, de la CIA , del 25% de pobres, del racismo, del narcotráfico (DEA-CIA), de la deuda y del déficit presupuestal más grandes del mundo, etc.

La segunda observación de la malevolencia popperiana es colocar en un mismo grupo a: Platón, Hegel y Marx. Existe no una sino miles de diferencias entre los dos primeros y Marx.

2. E L MARXISMO

Popper es plenamente consciente de que para edulcorar su crítica malévola a Marx, hay que estructurar un análisis en que otros pensadores, v.gr. Platón y Hegel, sean la cortina de humo, de su objetivo supremo; destrozar teóricamente a Marx. Hay que ser muy ingenuo, muy inocente para no constatar el real, el verdadero objetivo del falsable Popper.

Él mismo lo señala: “El marxismo sólo constituye un episodio, uno de los tantos errores cometidos por la humanidad en su permanente y peligrosa lucha para construir un mundo mejor y más libre” (Ibid., p.11).

El tono presuntuoso da curso a una profecía en que dictamina que el marxismo es un accidente en la historia. Olvida de que el marxismo desde noviembre de 1917 se constituye y se desconstruye en un proceso a futuro. El marxismo no es una pieza de museo como la ideología de la burguesía. Mientras existan clases antagónicas: proletariado y burguesía, el marxismo seguirá a la orden del día. Esta no es una profecía, es una constatación real en los cinco continentes, v.gr. Colombia, Perú, Filipinas, Camboya, Sudáfrica, etc.

Popper, endilgando un mesianismo –terminejo predilecto de los antropólogos, de matriz mitológica- aparentemente descalificador sostiene de que: “La filosofía histórica de Marx, a su vez, no habla ya de pueblo elegido ni de raza elegida, sino de la clase elegida, el instrumento sobre el cual recae la tarea de crear la sociedad sin clases, y la clase destinada a heredar la tierra” (Ibid., pp.24, 25).

La interpretación popperiana presenta una formulación totalmente arbitraria y manipulatoria. La tesis de Marx reside en que el proceso de la lucha de clases, el proletariado es la clase encargada de sepultar la sociedad capitalista a través de la violencia revolucionaria instaurando la dictadura del proletariado en el socialismo, como etapa previa a la sociedad comunista, donde deben desaparecer la propiedad privada sobre los medios de producción, la existencia de las clases sociales y la defunción del Estado.

Entonces no es que el proletariado es el “heredero” de la burguesía. Ese concepto precisamente de herencia es uno de los prejuicios genéticos de la burguesía. Se pretende vender la imagen de que la herencia de que la “herencia” sólo se traslada de clase a clase. El proyecto de Marx tiene un sentido totalmente diferente a los prejuicios y convencionalismos de los intelectuales pequeño burgueses que no logran superar ciertos estereotipos ideológicos.

Luego, en una franca ironía de la historia se autopregunta: “¿Porqué, entonces, atacar a Marx? Pese a todos sus méritos, Marx fue, a mi entender, un falso profeta. Profetizó sobre el curso de la historia y sus profecías no resultaron ciertas” (Ibid., p.269).

Una vez más Popper recurre a la exégesis mitológica al sostener que Marx fue un profeta. Marx fue sólo un filósofo –el mayor-, un economista que en función de su análisis científico de la sociedad capitalista, señaló que las contradicciones al interior del capitalismo darían curso a revoluciones.

Y si Popper no se enteró que ocurrió en el planeta tierra desde noviembre de 1917 probablemente debió vivir en otra galaxia. Si Popper no indagó que ocurrió en Rusia, Europa Oriental, China, Viet Nam, Corea del Norte, Laos, Camboya, Angola, Mozambique, Guinea, Cuba, Libia, Nicaragua, etc., debe ser que el tiene otro registro histórico.

Lo que ocurrió y seguirá ocurriendo es que en los denominados países socialistas siempre han existido clases y lógicamente lucha de clases. Las revoluciones en este planeta han sido proseguidas por contrarrevoluciones. Y la historia no terminó ni terminará ahí. La historia seguirá registrando otras revoluciones y otras contrarrevoluciones futuras.

Y esas contradicciones existen y existirán. Entonces formular un galimatías afirmando de que Marx fue un falso profeta es simplemente ignorar la historia. Y eso es falsar, falsificar la epistemología de las ciencias sociales.

3. L A LIBERTAD

 

El galimatías popperiano llega a su mayor nivel de alienación cuando “analiza” el problema de la libertad.

En este problema, la actitud del pensador austriaco es realmente mixtificadora, o es sustantivamente conmovedora la forma tan extraña como lo aborda.

Sostiene de que Marx “creyó que sólo podíamos ser libres en nuestra calidad de seres espirituales” (Ibid., p.287).

Prosigue más adelante afirmando de que Marx “Como Hegel, identifica el reino de la libertad con el de la vida espiritual del hombre” (Ibid., p.288).

Y luego expresa que “La visión marxista del reino de la libertad, esto es, de una liberación parcial pero equitativa de los hombres de la esclavitud a que los tiene sometidos su naturaleza material, podría ser calificada, más bien, de idealista” (Ibid., p.289).

Engels en el “Anti-Duhring” (1878) –texto revisado y “aprobado” por Marx- precisa que: “La libertad no consiste en soñar la independencia de las leyes de la naturaleza, sino en el conocimiento de estas leyes y en la posibilidad, ligada a este conocimiento, de hacerlas actuar según un plan para un fin determinado…Libertad de querer no significa otra cosa que la capacidad de poder decidir con conocimiento de causa.

Por tanto cuanto más libre es el juicio del hombre para lo que concierne a un determinado punto controvertido, tanto mayor será la necesidad con que será determinado el contenido de este juicio; mientras la incertidumbre apoyada en la falta de conocimiento, que entre muchas posibilidades de decisión, distintas y contradictorias, escoge de manera aparentemente arbitraria, justamente por ello demuestra su falta de libertad, su ser dominado por el objeto que precisamente ella debía dominar.

La libertad consiste entonces en el dominio de nosotros mismos y de la naturaleza externa fundada en el conocimiento de las necesidades naturales: por ello es necesariamente un producto del desarrollo histórico.”

La diferencia entre la mixtificación de Popper y la formulación de Engels es sensiblemente diferente. El problema de la libertad podría ser explicado –para Popper- de una manera más didáctica. El marxismo dió una solución científica al problema de la libertad (libre albedrío) y de la necesidad (determinismo).

Parte del reconocimiento de la necesidad objetiva que se da en la naturaleza y en el desarrollo social. Las personas son capaces de llegar a conocer esta necesidad objetiva. Mientras desconocen las leyes de la naturaleza, son esclavos de ésta. Una vez que llegan a conocer estas leyes (necesidad) y las utilizan para sus fines, los seres humanos se convierten en señores de la naturaleza.

4. V IOLENCIA

La burguesía y su complemento ideológico –la pequeña burguesía- tienen terror, espanto, pánico, etc., frente a la violencia de las masas explotadas, pero hacen oídos sordos frente a la violencia institucionalizada: explotación miseria, hambre, mortalidad infantil, desocupación, prostitución, mendicidad, etc.

Y el caso del aristócrata premiado de Popper no constituye la excepción sino por el contrario confirma la regla, al expresar que “esta profecía de una revolución posiblemente violenta lo que constituye, a mi juicio, desde el punto de vista de la política práctica, el elemento más perjudicial del marxismo” (Ibid., p.329). Sólo que el agrega que la violencia se justifica frente a una tiranía. Pero le preguntamos a Popper si en los 185 países del globo terráqueo son todas dictaduras –o dictablandas- de la burguesía. Ese es el fondo y el trasfondo del asunto.

Pero Popper se apresta a formular sus reglas para una auténtica y legítima democracia, que tiene como basamento las elecciones generales (regla 1). Y como su función –la del austriaco- es la de defender la sociedad abierta, la democracia –léase capitalismo- aparece el policía (regla 4). “En una democracia, la plena protección de las minorías no puede extenderse a aquellos que violan la ley, y especialmente, a aquellos que incitan a otros a derribar violentamente al régimen democrático” (Ibid., p.338).

Sería interesante indagar en sus intimidades biográficas cuál es su opinión de la intervención norteamericana en Corea, en el Sudeste asiático, en el Golfo Pérsico, en Panamá, en Granada, en Somalia, en Haití, etc. En la medida de que Popper reconoce que: “Actualmente he superado esa depresión sombría, en gran parte gracias a una visita efectuada a los Estados Unidos por lo cual me felicito ahora” (Ibid., p.12).

Pero el ilustrísimo filósofo de la ciencia es honesto consigo mismo y con sus agradecidos premiadores en que tiene “el mismo derecho que cualquier otro creado a contribuir al mejoramiento de los asuntos humanos y, especialmente al control de la delincuencia internacional”.

Además de su función policial, complementa las funciones del Estado, en su rol apologético de la religión. “Y si bien pienso, como la mayoría de los humanistas, que el cristianismo puede contribuir considerablemente a establecer la hermandad de los hombres al predicar la paternidad de Dios, también creo que quienes socavan la fe del hombre en la razón no pueden contribuir, por cierto, a este fin” (Ibid., p.421).

Estas son las palabras de un corresponsal de Einstein, que abismo sin fondo entre un Popper y un Bertrand Russell o un Jean Paul Sastre. El filósofo de la ciencia austriaco asume las funciones policiales y mitológicas. Los otros, Russell y Sastre son filósofos, y además humanistas, no policiales (Popper K. R., Conjeturas y Refutaciones, p.18. Utopía y Violencia, pp.425-435).

5. T EORÍA CONSPIRATIVA E INGENIERÍA SOCIAL GRADUAL

Popper en su aparente inocencia “acepta” la lucha de clases. Esta se refleja en: huelgas, paros, marchas, movilizaciones; pero el aristócrata olvida que la lucha de clases no sólo es social, política, economía, sino también es ideológica y cultural.

La burguesía en el poder, al controlar el aparato estatal y los medios de comunicación –todo el aparato ideológico, cultural- con el fervoroso servicio de las “profesiones ideológicas”, impone su ideología en sus diversas variantes en todos los campos espirituales.

Frente a esta realidad aparece el filósofo de la ciencia y decreta que la lucha de clases en el frente ideológico es la “teoría conspirativa de la sociedad”, la cual según el austriaco “Sostiene ésta que los fenómenos sociales se explican cuando se descubre a los hombres o entidades colectivas que se hallan interesadas en el acaecimiento de dichos fenómenos… y que han trabajado y conspirado para producirlos…

“Esta concepción de los objetivos de las ciencias sociales proviene, por supuesto, de la teoría equivocada de que todo lo que ocurre en la sociedad –especialmente los sucesos que, como la guerra, la desocupación, la pobreza, la escasez, etc…- es resultado directo del designio de algunos individuos y grupos poderosos…

“Así, los dioses han sido abandonados, pero su lugar paso a ser ocupado por hombres o grupos poderosos –siniestros grupos opresores cuya perversidad es responsable de todos los males que sufrimos- tales como los sabios ancianos de Sion, los monopolistas, los capitalistas o los imperialistas” (Ibid., p.280).

Esta tesis es la apología más honesta, sincera y maligna para exculpar a la burguesía. La clase explotadora no es responsable de nada ¿Quienes son los responsables de las dos guerras mundiales, de las guerras de agresión en Corea, Viet Nam, de la represión en Asia, África, América Latina, etc.? Nadie, todo debe ser producto de la casualidad, de los designios de la providencia, de la locura de “algunos” o probablemente sus verdaderas causas son de origen extragaláctico.

Por algo es que han premiado al profesor austriaco.

Frente a la apologética de la inocencia de la burguesía, Popper esgrime su “ingeniería social gradual”.

Así como el imperio del Destino Manifiesto creó para preservar sus intereses geopolíticos globales y los intereses de los monopolios imperialistas, especialidades “académicas”, “científicas”, “tecnológicas”, v.gr. antropología cultural, relaciones públicas, relaciones industriales, relaciones humanas, trabajo social, etc.; en ese contexto de instrumentalizar la manipulación ideológica de las masas enajenadas y alienadas, el pensador austriaco nos vende una nueva mercancía ideológica: “la ingeniería social gradual”.

Esta nueva arma contra la subversión, el terrorismo internacional y el marxismo revolucionario, consiste en “los principios de la reconstrucción social democrática… mediante la crítica de aquellos sistemas filosóficas sociales que son responsables del difundido prejuicio contra las posibilidades de una reforma democrática” (Ibid., p.15).

En síntesis, la lucha abierta por una sociedad democrática es contra el marxismo.

Popper es tan mordaz, tan irónico con Marx y el historicismo; y ahora resulta que él ya no sólo es el profeta dilecto de Jehová sino que es el mismo demiurgo, es Dios haciendo y rehaciendo la historia exactamente de la misma manera que es capaz de modificar la faz de la tierra” (Ibid., pp.36,37).

La exposición de motivos es un poco extensa pero va en la misma dirección.

La ingeniería social hace todo y resuelve todo.

Si Marx fue según Popper un falso profeta, el austriaco en verdad es el verdadero no sólo profeta sino Jehová redivivo.

Estas aserciones ya no constituyen filosofía de la ciencia sino ciencia ficción pura y no contaminada. La arrogancia nunca engendró tanto desorden mental adrede. (Ibid., pp.37,38,158).

6. H ISTORICISMO E HISTORIA

Popper elabora una interpretación muy personal del historicismo, describiéndolo en sus propios términos como “la creencia de que toda actitud verdaderamente científica o filosófica, como así también toda comprensión más profunda de la vida social en general, debe basarse en la contemplación e interpretación de la historia humana. En tanto que el hombre corriente acepta sin consideraciones ulteriores su modo de vida y la importancia de sus experiencias personales y pequeñas luchas cotidianas, se suele decir que el investigador o filósofo social debe examinar las cosas desde un plano más elevado…la doctrina historicista central, afirma que la historia está regida por leyes históricas o evolutivas específicas cuyo descubrimiento podría permitirnos profetizar el destino del hombre” (Ibid., p.23).

El debate en torno a si la historia es una ciencia, si esta disciplina tiene leyes, la función de la causalidad, del progreso, etc., forma parte de la epistemología de la historia, o, de la tradicionalmente filosofía de la historia.

El marxismo acepta que la concepción materialista de la historia –el materialismo histórico- es una ciencia y que tiene leyes, v.gr. la lucha de clases; los procesos históricos sólo tienen sentido a partir de la explicación de causas y efectos –consecuencias-, existe el progreso en un desarrollo contradictorio, debe emitirse juicios éticos y la reconstrucción de los “registros históricos” debe presentar una forma estética.

Este debate está a la orden del día hasta al interior del propio marxismo, v.gr. modos de producción.

Pero consideramos que donde Popper –preñado de contradicciones en toda su producción bibliográfica- bate el récord mundial, puesto que con sus juicios desaparece su sociedad abierta, es en su exégesis de la historia. Sus palabras de por sí autoliquidan –es su suicidio intelectual- toda su larguísima, tortuosa y enrevesada exposición, cuando nos ilumina proféticamente:

“La historia de la humanidad no existe; sólo existe un número indefinido de historias de toda suerte de aspectos de la vida humana. Y uno de ellos es la historia del poder político, la cual ha sido elevada a categoría de historia universal. Pero esto es, creo, una ofensa contra cualquier concepción decente del género humano y equivale casi a tratar la historia del peculado, del robo o del envenenamiento, como la historia de la humanidad. En efecto, la historia del poder político no es sino la historia de la delincuencia internacional y del asesinato en masa… Esta historia se enseña en las escuelas y se exalta a la categoría de héroes a algunos de los mayores criminales del género humano… Infinidad de historiadores escribieron sus tratados bajo la vigilancia de emperadores, generales y tiranos…” (Ibid., 431, 432).

Si la historia según el ilustrado Popper es la historia de la delincuencia internacional y del asesinato en masa (terminología reiterada tres veces), dónde queda la sociedad abierta, la democracia, la justicia, la igualdad, la humanidad, etc. Suponemos que esa tarea es feudo de la sociología interplanetaria e intergaláctica de la ingeniería social gradual.



7. E STADO Y DEMOCRACIA

El enmarañado torrente de tesis, antítesis y síntesis “creadoras” de Popper que se solaza en calificar –a través de Schopenhauer- a Hegel de payaso, de charlatán, etc. (Ibid., pp. 225, 226, 230, 245, 265, 266); le da pie para arremeter con parecido estilo contra el marxismo, afirmando genialmente de que: “Marx nunca captó la paradoja de la libertad y que tampoco comprendió la función que el poder estatal podía y debía cumplir, al servicio de la libertad y la humanidad.(Locuaz prueba además que Marx era, en última instancia individualista)” (Ibid.,p. 307).

Este genial descubrimiento se ve confirmado cuando comprueba que “los marxistas nunca comprendieron todo el significado de la democracia como único medio conocido para alcanzar este control” (Ibid., p. 310).

Luego prosigue en sus descubrimientos policiales: “La política… de los partidos marxistas se caracteriza por hacer desconfiar de la democracia a los trabajadores” (Ibid., p. 338).

Popper en su simulada ingenuidad e inocencia olvida que el Estado no es sino la maquinaria o el aparato burocrático militar al servicio de la clase dominante, explotadora, depredadora, parasitaria; y de que la democracia no es sino la dictadura de la burguesía que aparentemente –mediante las elecciones- otorga el derecho a las masas a elegir a sus “representantes” en el Poder Ejecutivo y Legislativo. Pero sólo que cuando los marxistas reformistas –revisionistas- no revolucionarios, electoreros “ganan” sus espacios “democráticos”, v.gr. Chile con Allende, Uruguay con el general Liber Seregny, Bolivia con el general J. J. Torres, Indonesia con el PKI, Nicaragua con Sandino, Guatemala con J. J. Arévalo y J. Arbenz, etc., el Imperio del tío Sam –tan querido por Popper- les propina un golpe de estado e inicia dictaduras fascistas –dictaduras brutales, terroristas del capital financiero-, con miles de muertos (en América Latina: 30 mil en Argentina, 3 mil en Chile) o más de medio millón de muertos en Indonesia por obra y gracia de los agentes de la CIA : Suharto y Nasution.

Estos procesos de la historia constituirían sólo ejemplos de la teoría conspirativa (Popper K. R., Conjeturas y Refutaciones, p. 409) y sólo son parte de la sociedad abierta, caracterizada tan bien por Popper como: historia de la delincuencia internacional y del asesinato en masa.

Pero hay una inquietud popperiana que refleja su categoría “moral”, cuando inquiere: “Supongamos que pudiéramos preguntarle… al propio Marx… por que consideraría repugnante e inadmisible, por ejemplo, aceptar dinero de la burguesía para acallar sus actividades revolucionarias” (La sociedad abierta…, p. 373). La respuesta es propiedad privada e intransferible del “fabricado” aristócrata por la corona inglesa por su defensa de la sociedad abierta y por su trabajo inmoral e individualista al servicio de la burguesía imperialista: de mistificar a Marx.

B IBLIOGRAFÍA

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